Me encontré una historia en el Internet que considero curiosa e interesante, aquí la comparto contigo. Espero que te guste.
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Esta página refleja la forma de pensar de las generaciones que nos precedieron. La historia nos habla de una pequeña y activa dama de aquellos tiempos cuya filosofía era: usar todo, no tirar nada, cualquier cosa sirve para algo.
Cuando era una niña y no teníamos dinero para comprar grasa, hacíamos la nuestra con las grasas de los animales que matábamos. La grasa se cortaba y limpiaba, esta la cortábamos en porciones pequeñas, las poníamos a hervir en grandes ollas hasta que solo quedaban chicharrones que flotaban en la grasa hirviendo.
Drenábamos toda la grasa que podíamos, se vertía en palanganas y se almacenaba en el sótano. Esta grasa se usaba para cocinar. Se guardaba el chicharrón para hacer jabón al día siguiente.. Los chicharrones todavía tenían mucha grasa, los hervíamos para que se disolvieran y así hacer jabon
El día que se hacia el jabon, tomábamos los chicharrones y los poníamos en una olla de cobre, Conforme se iba calentando en la estufa añadíamos la lejía, esparciendo esta sobre los chicharrones. Luego agregábamos el agua y empezábamos a mezclarla. Se hervía hasta que los chicharrones desaparecían. Si había algunos pedacitos de carne (los que ya no se disuelven) los retirábamos con una cuchara de madera, o los sacábamos con el palo de mezclar, seguíamos mezclando y cada 20 minutos checabamos como iba el proceso, para ello sacábamos de la olla una cuchara llena del liquido y se vertía en un plato, cuando se enfriara debería tener la consistencia de queso crema.
Algunas veces había rastros de agua en el palo de agitar, con esto sabíamos que necesitaba más agua, y se la agregábamos, y hervíamos más, otras veces, corría por el palo algo parecido al agua, y sabíamos que tenía mucha lejía, y le agregábamos mas agua. Otras veces observábamos en el palo de mezclar una capa cremosa. Con esto sabíamos que el jabón estaba listo.
En aquellos tiempos no había recetas, cuando aprendí por primera vez a hacer jabon, tomaba una porción pequeña porción ya fría, la ponía en la punta de la lengua y si esta picaba, la proporción de lejía y grasas era la correcta.
Cuando el jabon estaba cocido, lo retirábamos de la olla y vaciábamos en un tubo galvanizado de 4 pulgadas de profundidad. El jabon no se ponía duro inmediatamente. Esperábamos al día siguiente y volteábamos el tubo, golpeándolo y sacando el jabon y lo cortábamos en barras. Luego colocábamos las barras afuera en una tabla para que continuaran secándose, no pasaban muchos días para que estuviera listo para usarse. Luego lo guardábamos dentro de una caja.
Algunas veces no podíamos hacer el jabon al día siguiente y los chicharrones se enranciaban. Esto no importaba, porque los usábamos de cualquier manera, la lejía los limpiaba, y el jabon olía bien como si lo hubiéramos usado chicharrones recién hechos..
Los jabones hechos en casa son ideales para pre-lavar, Humedezca la ropa y talle este sobre las manchas difíciles. Limpia mejor que cualquiera de los productos de lavado comerciales.
He visto docenas de recetas para hacer jabon pero déjenme decirles como vieja jabonera experta en la fabricación de jabones, no he visto nada mejor que el jabon fabricado con los tres ingredientes simples: grasa, lejía y agua.
Una historia cortita.
Mi madre me contó una historia que sucedió antes de que yo naciera. En ese momento ella estaba a cargo de la organización de las mujeres en la iglesia. Una de las damas le dijo que se sentía menos ya que ellos no tenían mucho dinero como los demás.
Se quejaba diciendo; si tuviéramos dinero como ustedes lo tienen, podríamos ser iguales al resto. Usted debe de tener en cuenta que en nuestra pequeña comunidad pionera ninguno de nosotros tenemos dinero, todos vestíamos pobremente.
Un día cansada de oír a esa mujer, mi madre le pidió que la acompañara a casa, la llevo afuera y saco una caja que estaba guardada debajo de una carreta, saco una caja llena de jabones hechos en casa y le dijo: “Esta bien, si quieres ser como el resto de nosotros llévate esto a tu casa y úsalo.”
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Lo siguiente es mi comentario sobre esta historia:
Como puedes apreciar en la historia, la forma de hacer jabón era muy rustica y usaban todas las grasas animales de que disponían, aun las grasas rancias. Según se aprecia en la última parte de la historia (una historia cortita), seguramente también usaban estos jabones para bañarse. Creo que esto es lo que sugiere el detalle de obsequiarle jabón a la otra mujer para que se sintiera como las demás.
De tu amiga
Luz Alicia González P.